Ricardo Cano Castro
Tijuana, B.C.- México 31/05/2024.- La crisis de inseguridad en Tijuana ha puesto de manifiesto la ineficacia de los actuales aspirantes a la alcaldía para abordar este problema crítico, fuera de Burgueño que trae la fórmula calada.
En el tumultuoso escenario político de Tijuana, el Teniente Coronel Julián Leyzaola Pérez emerge como un faro de esperanza para una ciudadanía cansada de la inseguridad.
A diferencia de los proyectos de seguridad que prometen los distintos candidatos a la alcaldía de los distintos partidos, Leyzaola Pérez, con Ismael Burgueño, parece poseer un "chip" único, una combinación de determinación, experiencia y fuerza que muchos creen es lo que necesita Tijuana para recuperar su seguridad y estabilidad.
La crisis de inseguridad en Tijuana ha puesto de manifiesto la ineficacia de los actuales aspirantes a la alcaldía para abordar este problema crítico, fuera de Burgueño que trae la fórmula calada. Los otros carecen de un conocimiento profundo del sistema de seguridad y se muestran incapaces de formular estrategias concretas.
Este vacío de liderazgo es alarmante, especialmente cuando la ciudad enfrenta desafíos tan serios.
Un factor que agrava esta situación es el temor palpable de los candidatos a los carteles. La influencia y el poder de estas organizaciones criminales son tan vastos que los aspirantes a la alcaldía prefieren evitarlos en sus discursos y propuestas, y solo se reducen a incrementar los presupuestos para combatirlo.
Esta reticencia no solo refleja miedo, sino también una falta de compromiso con la lucha contra el crimen organizado, un factor que los votantes no pueden ignorar.
En este contexto, Ismael Burgueño ha apostado por una estrategia inusual: asociar su campaña con la figura de Julián Leyzaola. Aunque a Burgueño no se le ha cuestionado exhaustivamente sobre su plan para combatir la inseguridad, ha logrado captar la atención y ganar apoyos simplemente anunciando que Leyzaola estará a su lado.
Esta táctica ha funcionado porque Leyzaola, a pesar de las controversias que lo rodean, es recordado por muchos como el arquitecto de una época en la que Tijuana experimentó una reducción significativa en los índices de criminalidad.
La promesa de que en seis meses Tijuana verá resuelto su problema de inseguridad bajo la guía de Leyzaola es audaz. Este compromiso evoca los "buenos tiempos" y alimenta la esperanza de un cambio rápido y decisivo.
Sin embargo, es fundamental analizar esta promesa con escepticismo y realismo. Los problemas de inseguridad de Tijuana son complejos y sistémicos, arraigados en décadas de narcotráfico, corrupción y desigualdad social.
Pensar que una sola figura puede resolver estos problemas en tan corto plazo puede ser, en el mejor de los casos, una visión optimista.
El "chip" de Leyzaola, esa mezcla de valentía y fuerza, es algo que otros candidatos parecen no tener. Es vital que cualquier estrategia de seguridad se base en el respeto a los derechos humanos y en la construcción de instituciones policiales transparentes y responsables.
En conclusión, Julián Leyzaola representa una opción que muchos en Tijuana ven como necesaria y efectiva para enfrentar la inseguridad. Su "chip" es un activo único en una contienda donde otros candidatos parecen faltar tanto en valor como en visión.
Sin embargo, la dependencia en una figura tan polarizadora y la promesa de soluciones rápidas deben ser abordadas con cautela. La verdadera solución a los problemas de Tijuana requerirá no solo determinación y fuerza, sino también una estrategia integral, ética y sostenible que vaya más allá de la figura de cualquier individuo.
Los ciudadanos de Tijuana merecen un liderazgo que combine coraje con justicia y una visión a largo plazo para una seguridad duradera.
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